Renoir es considerado por muchos expertos como el más
popular de los pintores que formaron parte del grupo de los impresionistas, y
desde luego uno de mis pintores predilectos. Renoir se autodefine a sí mismo
como un “obrero de la pintura”, frase que se ve reflejada en su prolífica obra
que llega producir en cantidades “industriales”.
De sus primeros años de vida se sabe que Pierre-Auguste
Renoir nació en Limoges en 1841. Hijo de una obrera y un sastre. A los pocos
años de nacer su familia se trasladó a París. Durante su adolescencia cantó en
el coro de Saint-Eustache y consiguió trabajo decorando porcelanas y
abanicos. En 1862 se apuntó a los cursos
de la Escuela de Bellas Artes,
impartidos en el taller del pintor Charles Gleyre. Allí Renoir conoce a
otros jóvenes pintores con los que pronto traba una buena amistad, ellos son
Monet, Sisley y Bazille. Con ellos comparte desde 1863 la experiencia de pintar
al aire libre, iniciando así el fenómeno impresionista, aunque ellos nunca se
denominaron de esta forma. Este joven grupo de artistas se consideraban
pintores realistas buscando un nuevo acercamiento a la naturaleza a través de
una pincelada más libre y una mayor variedad cromática.
Paseo en Barca (1866) |
Durante estos años del “en plein air”, Renoir recurre con frecuencia
al ejemplo de los grandes artistas de la escuela de Barbizon, o a pintores como
Delacroix, Courbet o Manet , donde encuentra en muchas ocasiones inspiración
para su pintura. Mezclando las sensaciones y las impresiones que se reciben de la realidad,
junto con el previo estudio de la obra, Renoir mezcla y fusiona las principales
corrientes que se estaban desarrollando a su alrededor. Por un lado el arte
nacido de una impresión y, por otro, el arte pensado, estructurado y clasicista
que tanto gustaba al Salón de Paris. Este posicionamiento le llevo a frecuentes
discusiones con sus compañeros y amigos del grupo impresionista, especialmente
con Monet, el cual lleva hasta el extremo el “pintar por sensaciones”. De esta
forma configura una fusión única que hace tan característico a su arte.
Los esposos Sisley (1868) |
Tras el cierre del taller de Gleyre en el año 1864, comienza
a ser muy habitual observar a estos artistas pintando en los alrededores de
Paris o en las cercanías de Fontainebleau.
John Rewald hace una descripción de Renoir en el que le retrata como un
hombre “delgado, nervioso, modesto, pobre, pero vivaz y lleno de irresistible
alegría (…) embellecía más o menos deliberadamente sus conversaciones con argot
parisino; (…) mostraba un desinterés absoluto por las teorías solemnes y las
reflexiones profundas. Disfrutaba de la vida, de la cual la pintura era una
parte imprescindible. De las largas temporadas en los bosques de Fontainbleau
pintando junto con Sisley, Monet y Pissarro, es fruto su precioso cuadro Paseo en barca. Los distintos cuadros
que va pintando muestran poco a poco la perfecta unión entre la figura y el
paisaje. Uno de mis cuadros favoritos, en el que se ve esta perfecta fusión, es
Los esposos Sisley, retrato de su buen
amigo con su mujer. También en esta época Renoir es aceptado en el Salón,
aunque fue expulsado dos años más tarde para volver a ser readmitido en 1869
con su cuadro En verano. La relación que mantuvo con el Salón de París estuvo
llena de altibajos aunque siempre intento formar parte de él, pero sin dejar en
ningún momento de seguir su propio estilo.
Las obras que realiza en estos años están llenas de
colorido, con una pincelada muy suelta que les concede una gran vitalidad y
frescura. Sin duda alguna, las obras de arte que realiza en estos años forman
parte de mis favoritas de este autor. Destacando entre todas ellas Verano, una obra llena de fuerza y
luminosidad que podría contemplar durante horas. En la actualidad se encuentra
en Berlín, así que si alguien se encuentra en esta preciosa ciudad le
recomiendo que disfrute de esta magnífica obra, no defraudará.
Verano (1869) |
BIBLIOGRAFÍA
BENEDETTI, M. T., Renoir,
Barcelona 1998
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