domingo, 20 de octubre de 2013

El Impresionismo en la Pintura Española

El gusto por el paisaje realista que en Francia había encabezado T. Rosseau y la Escuela de Barbizón estuvo representada por Carlos Haes, figura decisiva en la pintura paisajista española. Haes, pintor hispano-belga, se dedicó a enseñar pintura en la Escuela de San Fernando, promoviendo la reproducción fiel de la naturaleza siguiendo la tradición de Barbizón. Durante la segunda mitad del siglo XX. entre 1886 y 1890, el Impresionismo tiene un gran auge en España, ya que se produce el regreso de diversos pintores españoles que estudiaron en París y en Bruselas, donde entraron en contacto directo con la pintura al aire libre. Este es el caso de pintores como Adolfo Guiard, Aureliano de Beruete, Darío de Regoyos o Joaquín Sorolla, entre otros. 

Aldeana del clavel rojo ( 1903)
Museo de Bellas Artes de Bilbao

Adolfo Guiard (1860-1916), pintor bilbaino que en su estancia en París, entre 1878 y 1886, entabló una buena relación con Degas, acercándose al Impresionismo. A su regreso, su estilo ya estaba definido, usando todo la gama de colores, sobre todo verdes y azules, con los contrastes impresionistas así como las perspectivas de Degas, representado cualquier escena de la vida cotidiana. Entre sus obras se encuentran Aldeana del clavel rojo o El Cho. 




Orillas del Manzanares ( 1895)
Museo del Prado


Aureliano Beruete (1858-1912). Se interesó por la pintura " á plein air" y la luminosidad, todo ello plasmado con una gran armonía de colores grises y azules, para representar diversos paisajes de Madrid y Toledo. Algunas de sus obras son Orillas del Manzanares o Espinos en flor. 


La concha (1906)
Museo Thyssen, Málaga. 



Darío de Regoyos (1857-1913).  Formado en la Escuela de San Fernando de mano de su maestro, Carlos Haes. Viajó a París y a Bruselas donde conoció a Degas. Monet, Signac y Pisarro. Destaca por sus paisajes castellanos y sus escenas portuarias del cantábrico con obras como La concha o Plaza de Bilbao. 



Bibliografía

  • Rodríguez Alcalde, L., Los maestros del Impresionismo español, Madrid, 1978

Giverny, el rincón favorito de Monet


Claude Oscar Monet (1840-1927) es una de las figuras más importantes del movimiento impresionista que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIX en Francia, aunque muchas de sus obras más importantes las llevó a cabo en el siglo XX. Le encantaba pintar al aire libre, reproduciendo en sus obras las impresiones que obtenía de la naturaleza. Quería captar la instantaneidad, algo que le parecía muy difícil dada la fugacidad del día, pero Monet no se conformaba con las cosas fáciles y persistía en su empeño. Solía representar un mismo escenario en distintos momentos de la jornada, para reflejar los variados efectos que la luz provocaba en el paisaje en diferentes momentos, como hace con sus obras de La Catedral de Rouen. Escogió Giverny para establecer su residencia, un lugar que reunía los requisitos que a él le parecían necesarios para pintar y vivir. Él mismo escribió en una ocasión:“[...] Estoy encantado, Giverny es un lugar espléndido para mí [...]”.

Giverny es una pequeña localidad que se encuentra siguiendo el curso del río Sena hacia el norte, a unos 75 km de París aproximadamente, y fue escogida por Monet para pasar gran parte de su vida (habitaría allí durante 43 años) y donde el pintor localizó su taller y su casa. Allí construyó unos jardines a su gusto, que a él mismo le gustaba cuidar, con un estanque de nenúfares y el famoso puente japonés retratados en sus obras, que al igual que sus cuadros deberían ser considerados obras de arte. Él mismo creó un mundo lleno de colorido en el que podría jugar con la luz y donde estaban presentes sus elementos favoritos (agua, flores, etc.) que plasmaría en sus pinturas.



Estanque de los nenúfares con el puente japonés al fondo, Giverny.
El estanque de los nenúfares (Los nenúfares blancos). C.Monet, 1899 (Moscú, Museo Pushkin).

      Este pueblo ha vivido un crecimiento demográfico notable gracias a su legado, además de recibir visitas de turistas llegados de todas partes del mundo constantemente. El exterior de su casa presenta un tono rosa, y podemos comprobar cómo no dejaba nada al azar a la hora de decorar el interior, donde hoy en día se encuentran expuestas las numerosas láminas japonesas que el artista acumuló. Tanto el salón comedor como la cocina presentan los colores favoritos del artista (distintas tonalidades de amarillo y azul respectivamente). Es curioso que son estos colores los que decoran la vajilla, ya que la función de ésta tiene relación con las dos habitaciones. Los dormitorios y el resto de estancias de la casa son también dignos de ver.

Salón comedor, casa Monet. Giverny.
Exterior de la casa de Monet, Giverny.

             Visitar Giverny supone un acercamiento a la vida privada de Monet, y permite conocer al artista un poco más allá de su obra artística. Es recomendable para todo aquel que lo admire como pintor y que quiera ser testigo de cómo vivió el que fuera uno de los maestros del Impresionismo.


Aquí dejamos el enlace de la Fondation Claude Monet donde se puede obtener más información:


Fuentes:
-   MONET, C., Los años de Giverny: correspondencia, Turner, 2010.
-   KENDALL, R., Monet por sí mismo. Esplugues de Llobregat, Barcelona, Plaza & Janés           Editores, S.A. (1991).















lunes, 14 de octubre de 2013

El Montmartre según Renoir

A. Renoir, Le bal au Moulin de la Galette, 1876.
París, Musée d'Orsey.
En París, a la orilla del río Sena se encuentra el barrio de Montmartre, que toma el nombre de la colina sobre la que se asienta. Allí estaba el Moulin de la Galette, un antiguo molino, que se convirtió en el siglo XIX en un salón de baile que Auguste Renoir inmortalizó en su obra Le bal au Moulin de la Galette. Este lienzo refleja un mundo escapista, como dice la Profª Tamar Garb (University College London): “La visión que presenta Renoir de un grupo de mujeres jóvenes, felices y saludables retozando alegremente con sus parejas masculinas es más una fantasía de Renoir que una representación de la realidad de la vida de estas mujeres en la época”. Prueba de esto es que en 1876, mismo año de la ejecución de este cuadro, Renoir, que veía a los niños abandonados por sus padres en la calle cuando se iban a trabajar, organizó un baile benéfico en el Moulin de la Galette para la construcción de una guardería.

H. de Toulouse-Lautrec, Moulin de la Galette, 1889.
Chicago, Art Institute.
En la época en la que Renoir pintó esta obra, el barrio de Montmartre era un símbolo de la revolución que había estallado en París en 1871, tras la guerra franco-prusiana. Dado la situación elevada de este barrio, el gobierno de la Comuna de París, que resistía a las tropas del gobierno nacional, había ocupado el lugar por su valor estratégico. Por esto, algunos especialistas han señalado que Le bal au Moulin de la Galette manifiesta el propio posicionamiento de Renoir en contra de la represión política y moral del gobierno francés, derrotado tras la célebre batalla de Sedán.

Lo cierto es que Renoir no fue el único que pintó el Moulin de la Galette. Encontramos otros artistas que lo hicieron: Federico Zandomeneghi, Toulouse-Lautrec, Picasso y Van Gogh. Sin embargo, todos ellos oponen a la idílica visión de Renoir un Montmartre oscuro y sombrío.

Esta información la encontramos en el capítulo dedicado a Le bal au Moulin de la Galette, de Renoir, de la serie documental The private life of a masterpiece.

sábado, 12 de octubre de 2013

El Museo de Orsay

En esta entrada os traemos la historia del Museo de Orsay (Musée d’Orsay), conocido por albergar la mejor colección de pintura impresionista. Se encuentra en París, a orillas del Sena, ocupando una posición privilegiada junto al Pont Royal y frente al Jardín de las Tullerías. El imponente edificio que hoy alberga el museo fue originalmente una estación construida para la Exposición Universal de 1900, edificado por Victor Laloux.

Interiormente presenta casetones decorados con rosetones, mientras que el exterior se decora con dos relojes y tres esculturas monumentales, personificaciones de las ciudades de Burdeos, Toulouse y Nantes. La intención era causar una buena impresión a los viajeros que llegaban a París, ya que la estación era la primera toma de contacto con la ciudad. El resultado fue tan bueno que la estación de Orsay fue el modelo que siguieron emblemáticas estaciones estadounidenses, como la de Grand Central de Nueva York o la Union Station de Washington. 

La estación de Orsay a comienzos del siglo XX

Debido a nuevas exigencias técnicas, en 1939 se suspendió el servicio ferroviario. El edificio pasó a depender del hotel anejo, también construido para la Exposición Universal. Tras años de uso indefinido, se barajó la posible demolición del edificio. Afortunadamente, en 1978 la estación fue declarada monumento histórico y al año siguiente comenzaron las obras de transformación y adecuación. Se prolongaron hasta 1986, año en el que la antigua estación de Orsay se convertía oficialmente en el Museo de Orsay, inaugurado por François Mitterrand.

Para su conservación fue clave el hecho de situarse próximo a otros edificios emblemáticos de la ciudad, como el Museo del Louvre, el Grand Palais, o la Orangerie. Actualmente el museo alberga colecciones artísticas comprendidas entre 1848 y 1914, dos fechas clave en la historia francesa y europea. De esta forma, el Museo de Orsay llena el vacío cronológico entre las obras que se exhiben en el Museo del Louvre –anteriores a estas fechas-, y el Centro Georges Pompidou, dedicado al arte contemporáneo.


Por tanto, además de conservar un edificio emblemático, el Museo de Orsay exhibe sus obras en un contexto más que apropiado, pues la estación es un claro reflejo de las innovaciones de las técnicas artísticas del siglo XIX. De alguna forma, varios artistas –hoy protagonistas en el museo- vaticinaron lo que acabaría por suceder con el edificio. Courbet ya propuso que se transformaran las grandes estaciones en grandes templos de la pintura, mientras que Monet, autor del famoso cuadro La estación de San Lázaro, denominó a las estaciones ‘catedrales de lo moderno’. 

Interior del Museo de Orsay en la actualidad

Fuentes: 

Gärtner, Peter J., Museo de Orsay: arte y arquitectura. Colonia, Könemann, 2000. 

jueves, 10 de octubre de 2013

Edgar Degas y sus bailarinas


Hilarie-Germain- Edgar de Gas (1843-1917), conocido como Edgar Degas está considerado como uno de los fundadores del Impresionismo. Pero, debemos señalar que se separa del grupo en varios aspectos, ya que en sus obras se decanta por temas urbanos con escenas muy iluminadas, en lugar de la pasión por la naturaleza y la luz natural de los otros miembros del grupo.

Respecto a su técnica, podemos destacar que no abandona el dibujo, debido a su formación académica, y lo convierte en el elemento esencial de sus figuras, predominando la línea sobre el color; además del abandono del óleo para centrarse en el pastel, acercándolo a la fotografía. Entre sus influencias podemos encontrar a Ingres y a los maestros del Renacimiento italiano, así como del arte japonés y de las tendencias simbolistas.

Esta obra representa uno de los temas más prolíficos de Degas: el ballet, tema que le permite examinar todas las posturas y gestos de las bailarinas, recogiendo los ambientes de las clases de danza y las actuaciones de ballet, que se convirtieron en sus temas favoritos, y casi exclusivos de su pincel

Os proponemos hacer un rápido recorrido por todas las obras referentes a las bailarinas, acompañadas por la música de Chaikovski, mostrándonos la gran delicadeza de estas obras. http://www.youtube.com/watch?v=SJ656zKyptg

A partir de 1880, Degas trabajará la escultura impresionista, creando modelos de cera pintados al natural que adornará posteriormente. Estas esculturas impactaron a la sociedad del momento por su gran realismo. Destaca “Petite danseuse de quatorze ans”, la Pequeña bailarina de catorce años, que fue la única escultura que Degas expuso en vida. Para su creación usó un armazón de alambre para el cuerpo y cáñamo para los brazos y las manos. La cera de la escultura se encontró en su estudio tras su muerte en 1917 y fue fundida en bronce a partir de 1922. Esta joven modelo de catorce años se llamaba van Goethem Marie, estudiante de ballet en la Ópera.




La pequeña bailarina fue una revolución sin precedentes, especialmente por la incorporación de materiales escultóricos como la arcilla o la cera, junto con el empleo de materiales extraños para la época como pelo humano, lazos de satén y otras piezas de ropa confeccionadas a mano con tejidos como el tul, y la seda. 

Bibliografía 

  • Growe, B., Edgar Degas. 1834-1917, Madrid, 2002. 

miércoles, 9 de octubre de 2013

Arte y música: la polémica de Le déjeuner sur l'herbe un siglo después

Portada del disco See Jungle!
Fuente: sleevage.com
En la entrada anterior tratamos algunos detalles de la obra maestra de Édouard Manet, Le déjeuner sur l’herbe. A lo largo del tiempo, esta obra fue retomada por otros artisas. Cézanne pintó de él varias versiones. Picasso realizó de él 150 dibujos, 27 cuadros, tres litografías y 18 modelos de cartón de los cuales se hicieron esculturas. El artista pop Alain Jacquet también se inspiró en ella, reproduciendo una fotografía adaptada de la escena en un lienzo utilizando puntos.

Pero la reinvención más polémica de la obra más polémica del Salón de los Rechazados es la portada del disco See jungle! See jungle! Go join your gang, yeah! City all over! Go ape crazy!, del grupo británico de los años 80 Bow Wow Wow. La fotografía fue realizada por Andy Earl a orillas del río Hole, cerca de Londres, y en ella aparecía desnuda la nueva cantante del grupo, de sólo 14 años, Annabella Lwin. El manager de Bow Wow Wow, Malcolm Mc Laren, había sacado la idea del disco Le Déjeuner Sur L’herbe del grupo inglés The New Jazz Orchestra.

Portada del disco Le Déjeuner Sur L'herbe
Fuente: www.popsike.com
Cuando la madre de la joven vio la portada del disco, presentó una denuncia en Scotland Yard por explotación de la menor, y además la separó del grupo. Esto casi hizo que el grupo se disgregara, y la compañía de discos amenazó a Mc Laren: si no traía de vuelta a la cantante, lo demandarían para que devolviese la cantidad de dinero por la que se había producido el disco. Finalmente, la cuestión se solucionó porque el manager del grupo, Malcolm, aseguró a la madre de Annabella que su hija no volvería a aparecer desnuda en ninguna portada.

martes, 8 de octubre de 2013

El almuerzo sobre la hierba, de Manet

Y empezamos con Manet. El almuerzo sobre la hierba (Le déjeuner sur l’herbe) es una de las obras más polémicas de toda la historia del arte, y especialmente importante porque abrió el camino a los jóvenes artistas de la época hacia una manera diferente de concebir la pintura: el impresionismo.

Pero esta obra es desconcertante en muchos de sus elementos. Uno de los aspectos más interesantes es que la composición es totalmente sorprendente: no parece tener lógica. Lo cierto es que es que El almuerzo es una cita al Juicio de Paris de Rafael (conocido por los grabados de Marcantonio Raimondi); y la idea de combinar dos mujeres desnudas con dos hombres vestidos está extraída del Concierto campestre de Tiziano. Pero en esas obras, las mujeres eran ninfas idealizadas. En El almuerzo, en cambio, la mujer es una modelo real de mediados del siglo XIX (con nombre y apellidos, como luego veremos), algo tremendamente provocador. El tratamiento de la luz también es polémico: tradicionalmente se utilizaba una luz lateral, pero Manet prefiere una frontal. Incluso su tamaño causó sensación: a nadie se le habría ocurrido dedicar un lienzo de semejantes proporciones a un tema tan popular, un simple “picnic”. Todas estas cosas te impiden ver simplemente el cuadro, te obligan a pensar en él.

Y hay más: el cuadro es el reflejo de la vida sentimental del autor. Las imágenes de rayos x practicadas sobre él revelan que Manet empezó pintando a Suzanne Leenholf, pianista con quien se casaría en 1863, como la mujer que mira directamente al espectador. Pero después, la eliminó y pintó a Victorine Meurent. Ambas son figuras fundamentales en la vida del artista. Con la primera tuvo un hijo, León, aunque nunca lo reconocería como tal. Y la segunda fue su modelo favorita, que retrató en varias ocasiones. Y lo más desconcertante: una rana en la esquina inferior izquierda; su explicación: la palabra “rana” (“grenouille”) era una forma vulgar de designar a las prostitutas. El simbolismo queda aclarado al señalar que a sus 46 años, Manet contrajo la sífilis.

Estos y otros detalles son tratados por especialistas de la historia del arte en un capítulo de la serie documental The prívate life of a masterpiece, emitida en Reino Unido en 2003, y disponible en español en una colección de DVD.

E. Manet, Le déjeuner sur l'herbe, 1863. París, Musée d'Orsay.
Fuente: http://www.musee-orsay.fr

Presentación del blog

¡Hola a todos! Somos un grupo de estudiantes de Historia de la UCM (Ana, Irene, Mar, Ana, David y Álvaro).  Os damos la bienvenida a nuestro blog en el que publicaremos contenidos relacionados con el Impresionismo. Esperamos que os guste y estáis invitados a participar con vuestros comentarios y sugerencias.