En esta entrada os traemos una visión de la pintura
impresionista un tanto distinta a lo habitual. Se trata de una serie de
fragmentos del libro editado por Guillermo Solana titulado El impresionismo: la visión original. Antología de la crítica de arte
(1867-1895). En él podemos encontrar interesantes textos que nos aportan la
visión de artistas y críticos contemporáneos a los inicios del movimiento
impresionista. A continuación citaremos textos de Émile Zola y de Félix Fénéon,
pues nos han parecido dos de las opiniones más significativas y que mejor
reflejan las características de la nueva pintura que se estaba desarrollando en
su época:
“No tengo que defender aquí la causa de los
temas modernos. Esta causa está ganada desde hace tiempo. Nadie osaría
sostener, tras las obras tan notables de Manet y Courbet, que la época presente
no sea digna de pincel (…). Se han dado cuenta de que la pintura clásica hacía
bostezar al público y la han abandonado deprisa. Los pintores que aman su tiempo
desde el fondo de su alma y de su corazón de artistas entienden de otra manera
las realidades. Procuran ante todo penetrar el sentido exacto de las cosas; no
se contentan con un ilusionismo ridículo. Sus obras están vivas, porque las han
tomado de la vida y las han pintado con todo el amor que sienten por los temas
modernos (…)”.
Texto de Émile Zola recogido originalmente en Los actualistas (1868).
Visto en SOLANA, G. (ed.), El impresionismo: la visión original. Antología de la crítica de arte (1867-1895),
Madrid, Siruela, 1997, pp. 47-50.
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“El impresionismo ha instaurado en el arte una
visión nueva. Para quien pueda confrontar, en el recuerdo, un paisaje de
Ruisdael o de Courbet con un paisaje de Manet o de Camille Pissarro, todo
comentario sobre la importancia de esta reforma será inútil. Para los demás,
intentaremos con inerte palabras, resumir su espíritu:
I. Prescripción de todo tema histórico,
alegórico, mitológico o demasiado expresamente literario.
II. Como método de trabajo, la ejecución del natural
directamente, y no en el estudio a partir de recuerdos, apuntes, documentos
escritos.
III. La preocupación por la significación emocional de los
colores.
IV. El esfuerzo por acercarse a las
brillantes luminosidades naturales.
La escuela
impresionista es una escuela de coloristas. Sin embargo, en cuanto a la
técnica, ninguna precisión: las obras de estos pintores se presentaban con un
aire de improvisación, sus paisajes eran trozos de naturaleza, vistos en una
rápida ojeada como a través de una ventanilla bruscamente abierta y cerrada”.
Texto de Félix Fénéon, original en “L’impressionnisme”, L’Énmancipation sociale de Narbonne, 3 de abril de 1887.
Visto en SOLANA, G. (ed.), El impresionismo: la visión original. Antología de la crítica de arte
(1867-1895), Madrid, Siruela, 1997, pp. 235-240.
Bibliografía
SOLANA, G. (ed.), El
impresionismo: la visión original. Antología de la crítica de arte (1867-1895),
Madrid, Siruela, 1997.
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