En esta entrada os traemos la historia del Museo de Orsay (Musée d’Orsay), conocido por albergar la
mejor colección de pintura impresionista. Se encuentra en París, a orillas del
Sena, ocupando una posición privilegiada junto al Pont Royal y frente al Jardín
de las Tullerías. El imponente edificio que hoy alberga el museo fue
originalmente una estación construida para la Exposición Universal de 1900,
edificado por Victor Laloux.
Interiormente presenta casetones decorados con rosetones, mientras que el
exterior se decora con dos relojes y tres esculturas monumentales,
personificaciones de las ciudades de Burdeos, Toulouse y Nantes. La intención
era causar una buena impresión a los viajeros que llegaban a París, ya que la
estación era la primera toma de contacto con la ciudad. El resultado fue tan
bueno que la estación de Orsay fue el modelo que siguieron emblemáticas
estaciones estadounidenses, como la de Grand Central de Nueva York o la Union
Station de Washington.
La estación de Orsay a comienzos del siglo XX
Debido a nuevas exigencias técnicas, en 1939 se suspendió el servicio
ferroviario. El edificio pasó a depender del hotel anejo, también construido
para la Exposición Universal. Tras años de uso indefinido, se barajó la posible
demolición del edificio. Afortunadamente, en 1978 la estación fue declarada
monumento histórico y al año siguiente comenzaron las obras de transformación y
adecuación. Se prolongaron hasta 1986, año en el que la antigua estación de
Orsay se convertía oficialmente en el Museo de Orsay, inaugurado por François Mitterrand.
Para su conservación fue clave el hecho de situarse próximo a otros
edificios emblemáticos de la ciudad, como el Museo del Louvre, el Grand Palais,
o la Orangerie. Actualmente el museo alberga colecciones artísticas
comprendidas entre 1848 y 1914, dos fechas clave en la historia francesa y
europea. De esta forma, el Museo de Orsay llena el vacío cronológico entre las
obras que se exhiben en el Museo del Louvre –anteriores a estas fechas-, y el
Centro Georges Pompidou, dedicado al arte contemporáneo.
Por tanto, además de conservar un edificio emblemático, el Museo de Orsay
exhibe sus obras en un contexto más que apropiado, pues la estación es un claro
reflejo de las innovaciones de las técnicas artísticas del siglo XIX. De alguna
forma, varios artistas –hoy protagonistas en el museo- vaticinaron lo que
acabaría por suceder con el edificio. Courbet ya propuso que se transformaran
las grandes estaciones en grandes templos de la pintura, mientras que Monet,
autor del famoso cuadro La estación de San Lázaro, denominó a las estaciones ‘catedrales de lo
moderno’.
Interior del Museo de Orsay en la actualidad
Fuentes:
Gärtner, Peter J., Museo de Orsay:
arte y arquitectura. Colonia, Könemann, 2000.
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