sábado, 12 de octubre de 2013

El Museo de Orsay

En esta entrada os traemos la historia del Museo de Orsay (Musée d’Orsay), conocido por albergar la mejor colección de pintura impresionista. Se encuentra en París, a orillas del Sena, ocupando una posición privilegiada junto al Pont Royal y frente al Jardín de las Tullerías. El imponente edificio que hoy alberga el museo fue originalmente una estación construida para la Exposición Universal de 1900, edificado por Victor Laloux.

Interiormente presenta casetones decorados con rosetones, mientras que el exterior se decora con dos relojes y tres esculturas monumentales, personificaciones de las ciudades de Burdeos, Toulouse y Nantes. La intención era causar una buena impresión a los viajeros que llegaban a París, ya que la estación era la primera toma de contacto con la ciudad. El resultado fue tan bueno que la estación de Orsay fue el modelo que siguieron emblemáticas estaciones estadounidenses, como la de Grand Central de Nueva York o la Union Station de Washington. 

La estación de Orsay a comienzos del siglo XX

Debido a nuevas exigencias técnicas, en 1939 se suspendió el servicio ferroviario. El edificio pasó a depender del hotel anejo, también construido para la Exposición Universal. Tras años de uso indefinido, se barajó la posible demolición del edificio. Afortunadamente, en 1978 la estación fue declarada monumento histórico y al año siguiente comenzaron las obras de transformación y adecuación. Se prolongaron hasta 1986, año en el que la antigua estación de Orsay se convertía oficialmente en el Museo de Orsay, inaugurado por François Mitterrand.

Para su conservación fue clave el hecho de situarse próximo a otros edificios emblemáticos de la ciudad, como el Museo del Louvre, el Grand Palais, o la Orangerie. Actualmente el museo alberga colecciones artísticas comprendidas entre 1848 y 1914, dos fechas clave en la historia francesa y europea. De esta forma, el Museo de Orsay llena el vacío cronológico entre las obras que se exhiben en el Museo del Louvre –anteriores a estas fechas-, y el Centro Georges Pompidou, dedicado al arte contemporáneo.


Por tanto, además de conservar un edificio emblemático, el Museo de Orsay exhibe sus obras en un contexto más que apropiado, pues la estación es un claro reflejo de las innovaciones de las técnicas artísticas del siglo XIX. De alguna forma, varios artistas –hoy protagonistas en el museo- vaticinaron lo que acabaría por suceder con el edificio. Courbet ya propuso que se transformaran las grandes estaciones en grandes templos de la pintura, mientras que Monet, autor del famoso cuadro La estación de San Lázaro, denominó a las estaciones ‘catedrales de lo moderno’. 

Interior del Museo de Orsay en la actualidad

Fuentes: 

Gärtner, Peter J., Museo de Orsay: arte y arquitectura. Colonia, Könemann, 2000. 

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